#106: El país de Milei y Villarruel
¿Cuántas veces se habló de la dictadura, de sus crímenes y de sus responsables en esta campaña electoral que acaba de terminar? ¿Cuántas veces se puso en duda aquello que no hay dudas de que ocurrió: un genocidio, secuestros, torturas y asesinatos de los más crueles, deasapariciones de cuerpos, robo de niñes? ¿Cuántas veces sentiste que debías buscar argumentos que habías guardado muy debajo en la caja de tu memoria para explicar lo que creías ya recontra entendido? ¿Cuánto nos espantamos, cuánto advertimos? No alcanzó.
Son las 10 del lunes después del peor día de mi vida –perdón si suena a exageración, así lo siento– y recién puedo sentarme a darle forma a este texto desde el que te escribo. Ayer lloré un montón y también recibí buenos consejos de un amigo. Y después seguí llorando. Y hoy escuché al presidente electo Javier Milei y empecé a llorar de nuevo: privatización de YPF –en el Día de la Soberanía nos enteramos de que soltaremos YPF– y de medios públicos, Mariano Cúneo Libarona al Ministerio de Justicia, definiciones en Defensa y Seguridad todavía en la cabeza de Villarruel, la sospecha de que la Secretaría de Derechos Humanos va a diluirse…
Frente a la escuela donde votó Villarruel estrenaba un mural en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo y a les detenides desaparecides. Un grupo de familiares de víctimas de la dictadura de Tres de Febrero la acompañó con carteles que decían “Nunca Más”. “Son un grupo minoritario de la sociedad”, opinó la vicepresidenta electa: ¿Todes quienes votaron por este nuevo gobierno opinan que lo que ocurrió en dictadura no les compete, no les atraviesa, no les afecta? “Les preocupa que nos podamos expresar. Es la primera vez que la hija de un veterano de Malvinas, de un militar llega a ser vicepresidente. No sé qué les puede molestar cuando ellos han tenido hijos de terroristas y terroristas en cargos de Gobierno”, continuó. ¿Opinan esto?
Cruzamos una línea anoche. Estamos frente a otro horizonte, uno en el que nos para a la defensa de todo derecho que conocemos hasta ahora, incluso los que costaron décadas, como el derecho a la Memoria, a la Verdad y a la Justicia, el derecho al aborto y los derechos a las diversidades sexuales, la educación y la salud, la soberanía. Todavía no sabemos cómo ni cuándo será que los intenten pasar por encima, pero la certeza de que lo harán es total.
A mí me espanta, aún antes de que todo eso suceda, la violencia desatada y anárquica, autogestionada y autodeterminada: zurdos de mierda, comunistas, feministas entongadas, chorros y ladrones. ¿De qué hablamos?
El negacionismo y el revindicacionismo de la última dictadura, la violencia en cada palabra y en cada acción, las amenazas y descalificaciones a cada sector, a cada derecho, desplegado por Milei y Villarruel a lo largo de los últimos dos años fueron tapados por ideas fuerza vagas, vacuas, de tan generales me atrevo a decir que nos llegan un poco a todes: el espanto por los niveles de pobreza y la inflación, por ejemplo; dólar, “son todos chorros”, inseguridad. No dicen nada más, no pueden explicar cómo, no dan argumentos.
El horror de la dictadura no son historias de angustia, de lucha, de perseverancia, de búsqueda de verdad y de necesidad de justicia solamente: son claves para interpretar las condiciones en las que vivimos en Argentina y en la región. Algo de esto se intentó a lo largo de toda la campaña, especialmente. La marcha de las Madres de Plaza de Mayo de cada jueves lo plantea históricamente. El jueves, organismos de derechos humanos salieron a hablar con la gente en diferentes puntos neurálgicos de la ciudad. La micromilitancia, la charla casual, la exposición frente a desconocides, el papelito por debajo de la puerta, el cartel pegado en el ascensor o en un árbol.
Repaso este boletín y hace mucho, mucho, que los inicio con un recuento de declaraciones ofensivas de esta gente y de todo el lumpenaje que integra La Libertad Avanza: dichos negacionistas y reivindicacionistas de la dictadura, dichos que equiparan lo inequiparable, que plantean mentiras sobre los espacios de memoria, la lucha de sobrevivientes y familiares de víctimas. Y la apropiación que hacen de determinados términos para vaciarlos de sentido: Massa vos sos la dictadura, el Gobierno nacional y sus crímenes de lesa humanidad durante la pandemia. Todo es dictadura menos la dictadura, todo es crímen de lesa menos los crímenes de la dictadura.
La pregunta sigue siendo cómo transformar en herramientas para leer nuestro presente el horror que sucedió entre 1976 y 1983, pero también sus razones y los intereses que empujaron el horror, así como los efectos que tuvieron sobre todes nosotres, los efectos sobre todo que aún perduran. Como hacerlo para todes y para las generaciones que vengan.
Le propuse a Demetrio Iramain, cuando lo entrevisté por su libro “Hebe y la fábrica de sombreros”, el imposible ejercicio de imaginar cómo estaría atravesando Hebe de Bonafini estos días. “Estaría enojada, pero también muy segura de lo que hay que hacer. Y también tener en claro que ninguna batalla se gana para siempre. Hebe y las Madres nos enseñaron eso: que la mejor manera de luchar contra la impunidad, de luchar contra los milicos, es hacer feliz a este pueblo”. Hermosa y feroz Hebe, hace un año que nos falta.
Hagamos el ejercicio de pensar en ellas, de ponernos en sus zapatos, de viajar a sus cuerpos y almas de hace 47 años, cuando empezaron a arrebatarles el futuro de sus vidas, cuando las cambiaron para siempre. E inspirémonos. Lo mejor del peor día de mi vida fue acompañar a Norita Cortiñas a votar: 93 años, metro 40, toda la fuerza de la tierra.
Aunque el lunes comenzó uno de los juicios de lesa humanidad más esperados e importantes de los últimos años, el que revisará responsabilidades por crímenes cometidos contra trabajadores de Acindar y el cordón metalúrgico de Villa Constitución, preludio de la última dictadura, fue una semana con poco debate en materia de proceso de juzgamiento a genocidas.
El juicio que estaba pautado para comenzar el jueves en Formosa fue suspendido pues la única acusada, Dora Regeni, está internada en terapia intensiva.
En ESMA VIII, el juicio contra el genocida Horacio “Pantera” Ferrari, hubo una inspección ocular en el Casino de Oficiales, donde funcionó el centro clandestino de la Armada. En Bahía Blanca comenzaron las ampliaciones de indagatorias de los acusados en el megajuicio por los crímenes de la zona V del Ejército.
Hubo testimonios en Tucumán, en el tercer juicio por los crímenes de Jefatura y otros centros clandestinos de la provincia; en Superintendencia de Seguridad Federal, en CABA y en Funcionarios Judiciales, en Neuquén. En La Rioja, continuaron los alegatos en el juicio contra el exgendarme Eduardo Britos. La semana pasada, la Fiscalía pidió prisión perpetua para el acusado.
Esta semana estará más activa, aquí el cronograma.
Las víctimas de Villarruel: Querellas en la causa que pretende la reapertura de la investigación sobre el estallido en el comedor de la Superintendencia de Seguridad federal en 1976 pidieron a la Cámara Federal que aparte a la jueza María Servini, que se negó tres veces a avanzar en la pesquisa.
Condenas confirmadas: La Sala II de la Cámara de Casación, compuesta por Alejandro Slokar, Guillermo Yacobucci y Ángela Ledesma, ratificó la sentencia contra el ex policía Gerardo Jorge Arráez, condenado a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad en los centros clandestinos Banco y El Olimpo. Además, es uno de los genocidas visitados por Villarruel en prisión.
La misma sala prorrogó la prisión preventiva de Gonzalo "El Chispa" Sánchez, acusado de crímenes de lesa humanidad en la ESMA que estuvo prófugo durante muchos años en Brasil. En tanto, los camaristas instaron a que la causa llegue a juicio oral.
Impunidad biológica: En Alemania, donde vivía desde que se profugó de Argentina, murió la semana pasada el oficial de la Armada retirado Luis Kybyurg.